Era comienzos de otoño, las hojas comenzaban a tornarse
amarillas, marrones y rojas abandonando el verde que durante todo el verano
habían llevado. El paseo se había llenado de hojas caídas y marchitas que caían
del árbol con un leve y ligero balanceo. Los transeúntes creaban un sendero y
apartaban las hojas del camino a su paso con los pies. Los rayos del sol
atravesaban las hojas llenando de luz y calor el lugar. La espesa hierba yacía
debajo de los árboles, como un manto a sus pies. Los robustos y altos árboles
parecían columnas inmóviles colocados una perfecta fila rodeando y
complementando el paseo. Una verja de madera roída delimitaba el paseo con el
resto del parque natural. Las sombras proyectadas que los árboles hacían sobre
el camino creaban un aura de tranquilidad y calma. Era el lugar perfecto para que desconecte del mundo y disfrute una conexión directa con la naturaleza y
encontrar mi paz interior mientras la brisa mueve mi pelo.
ISABEL GRAGERA IGLESIAS 3ºB
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