viernes, 15 de mayo de 2015



Hace mucho tiempo, Ra, el señor de todos los dioses, reinaba sobre la Tierra como faraón. Vivía en un enorme palacio a orillas del Nilo y todos los habitantes de Egipto acudían a presentarle sus respetos. Los cortesanos no dudaban en complacerlo y él pasaba el tiempo cazando, jugando y celebrando fiestas. ¡Una vida realmente placentera y ausente de preocupaciones!
Pero de vez en cuando llegaba algún egipcio para presentarlo un problema que no podría resolver una persona... En aquella época, un año tenía 12 meses de 30 días cada uno, lo que sumaba un total de 360 días. Si la cosecha de trigo tardaba dos trimestres en salir  con agua, en una superficie de 200m cuadrados, ¿cuanto tendría que esperar por el doble de cosecha, pero a 1 km de distancia de las cosechas generales?. El campesino lo intentaba durante mucho tiempo y no conseguía el resultado requerido.  El faraón, después de unos días pensando, llegó a la conclusión de que el problema no era la distancia, sino el agua. Un cálculo matemático reveló al faraón que si dividía los campos con surcos triangulares, conseguía el esperado resultado, en un trimestre. Mandó canalizar el agua del río Nilo mediante surcos de metros de profundidad a lo largo de su imperio. Lo que consiguió fue resolver el problema y crecer su riqueza ganada con los campos.

   

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